El curso 2024-2025 marcó un récord histórico en España: más de 1,1 millones de estudiantes extranjeros en las enseñanzas no universitarias. La diversidad creciente plantea oportunidades, pero también desafíos para el sistema educativo, con la urgencia de evitar desigualdades y fortalecer la convivencia.
España inicia el curso escolar 2025 con una cifra inédita: más de 1.125.000 alumnos extranjeros en enseñanzas no universitarias, según datos del Ministerio de Educación. Representan casi el 13% del total del alumnado y constituyen el número más alto registrado hasta el momento. En los últimos diez años, el incremento fue del 55%, lo que refleja la transformación demográfica del país, donde casi un 20% de la población ha nacido en el extranjero.
La llegada de estudiantes inmigrantes se ha convertido en un factor clave para sostener el sistema escolar frente al descenso de la natalidad. En la última década, los nacimientos se redujeron un 25%, y las proyecciones indican que la primaria alcanzará su mínimo en 2032, seguida por la secundaria obligatoria pocos años después. Sin el aporte de los hijos de familias migrantes, el impacto de este declive sería mucho mayor.
Este fenómeno trae consigo tanto beneficios como desafíos. Uno de los principales es el desequilibrio entre la escuela pública y la privada: el 75% de los alumnos extranjeros —más de 842.000— asiste a centros públicos, mientras que solo un tercio cursa en la privada y concertada. El riesgo, advierten especialistas, es que la concentración de alumnado inmigrante en la red pública derive en situaciones de segregación y mayor vulnerabilidad social.
Además, preocupa la alta tasa de abandono escolar temprano entre los estudiantes extranjeros, que alcanza el 30%, triplicando la de los nativos. La situación exige reforzar programas de acogida y apoyo educativo, muchos de los cuales se redujeron tras la crisis de 2008. También se plantea la necesidad de revisar los criterios de asignación de recursos a las escuelas, actualmente basados en el número de clases, sin contemplar diferencias socioeconómicas o de necesidades específicas entre provincias y barrios.
Frente a este escenario, expertos señalan que la educación debe ser la principal herramienta para asentar la convivencia en una sociedad diversa. “La escuela de hoy es la España de mañana”, resumen las voces que advierten que el país del futuro dependerá en gran medida de cómo se gestionen las oportunidades y desafíos que plantea la diversidad en las aulas actuales.