La postal se repite como un mal chiste: cada vez que llega la época electoral, Rosario se convierte en un basural a cielo abierto gracias a la política de siempre. Afiches en las paredes, pasacalles en cada esquina, panfletos en el piso que el viento reparte por los barrios. La “fiesta de la democracia” empieza con suciedad y termina con el bolsillo del ciudadano pagando la limpieza.
La agrupación La Nueva Política, encabezada por Franco García, no se ha quedado callada. Ya lo denunció en campañas anteriores, mostrando con videos y comunicados la verdadera cara del problema: la política tradicional no solo ensucia el espacio público, también dilapida millones en panfletaría obsoleta que dura menos de 24 horas antes de transformarse en basura. Dinero que debería destinarse a seguridad, salud o infraestructura termina convertido en papel mojado tirado en las veredas.
Franco Garcia, lider de La Nueva Politica.
Es un doble insulto: a la inteligencia del rosarino y a su calidad de vida. Ensuciar la ciudad para “hacerse ver” demuestra pobreza de ideas y falta de respeto. Mientras el mundo avanza hacia campañas limpias y digitales, acá seguimos atrapados en la lógica cavernaria del afiche y el engrudo.
Rosario merece algo mejor. La política no puede seguir robándose el espacio común y disfrazando de militancia lo que en realidad es contaminación visual y despilfarro. La denuncia está sobre la mesa y la advertencia es clara: no hay futuro limpio con campañas sucias.
El llamado es directo: los rosarinos no debemos tolerar más esta forma decadente de hacer política. Exijamos campañas modernas, respetuosas y austeras. Que los candidatos empiecen por dar el ejemplo y entiendan, de una vez por todas, que la ciudad no es un basurero para su propaganda.
Ricardo Vigna e Irina Riveros, miembros de La Nueva Politica denunciando la mugre panfletaria en Rosario.
