LA ESCRITURA: Gimnasia para nuestro cuerpo y mente
La escritura es un hecho tan cotidiano que difícilmente nos ponemos a pensar en su cantidad de mecanismos, tanto de índole psíquica como fisiológica que se ponen en funcionamiento cuando nuestro bolígrafo se desliza sobre el papel dibujando esos signos convencionales que denominamos “letras”.
Se trata de una conducta de las llamadas voluntarias. En este aprendizaje escritural, el sistema nervioso juega un papel muy importante, así como el aparato locomotor y los órganos de los sentidos. Efectivamente, para conseguir una concreta escritura son necesarias, en líneas generales, las siguientes condiciones:
-comprender tanto lo que se oye como lo que se ve.
-elaborar la expresión del lenguaje.
-programar los movimientos escriturales adecuados.
Dibujar los correspondientes signos gráficos.
Podemos, descomponer el proceso escritural en tres fases: recepción, integración y expresión.
La recepción de estímulos puede producirse tanto en los órganos auditivos y visuales como en las terminaciones nerviosas de la piel o en los propios músculos y nervios.
Al escribir oímos, vemos –lo que nos rodea y lo que escribimos-, tocamos sentimos la presión de la mesa, del papel, del útil de escritura, etc. Y ponemos en movimiento a la vez una gran cantidad de músculos gracias a los impulsos nerviosos.
El cerebro responsable de los movimientos conscientes y voluntarios, y la médula de los movimientos reflejos , envían estos impulsos a los órganos correspondientes: hombro, brazo, antebrazo, muñeca, mano y dedos.
Estos últimos actúan de manera perfectamente coordinada a la articulación de la muñeca hace movimientos de extensión y flexión, armonizados por la acción combinada de los dedos.
El antebrazo, hace que la mano vaya variando paulatinamente su posición el codo permanece fijo, lo que convierte a los renglones de escritura en arcos de enorme radio haciéndolos prácticamente rectilíneos.
El papel se sujeta con la otra mano, convenientemente inclinado, la cabeza, a su vez, se inclina hacia la izquierda y la mano se desliza sobre el papel gracias a la acción combinada del antebrazo. Se ponen también en movimiento las articulaciones del codo y del hombro. En total son más o menos alrededor de 500 músculos los que entran en acción.
El deslizamiento de la mano en el antebrazo se regula gracias a la sensibilidad – tanto superficial como profunda- de los dedos anular y meñique, de las estructuras cubitales de la mano y de la cara interior del antebrazo.
Los tres dedos que sujetan el útil de escritura, índice, pulgar y anular realizan movimientos de flexión y extensión formando de esta manera las letras. El índice interviene sobre todo en los movimientos que se van hacia abajo y el pulgar en los que se dirigen hacia arriba. El control de las curvas así como la dirección por el sentido de la escritura se consiguen gracias a la coordinación de los hechos que he mencionado.
Por tanto, además de los órganos directamente implicados (dedos, manos hombros brazos, etc.) existen otros que están íntimamente correlacionados con ellos: corazón, pulmones (y sistema circulatorio y pulmonar en general) aparato digestivo, sistema nervioso, etc.
Pasando al plano más psicológico, en al escritura actual de un sujeto no solo se refleja sus vivencias más recientes, sino que se encuentran igualmente plasmadas todas aquellas situaciones que han moldeado, a lo largo de la vida, su personalidad actual.
Influencia de padres y educadores, cuyos modelos de escritura tiende el niño a imitar pudiendo quedar en las escrituras de adultos rasgos heredados de estas imitaciones. infantiles y presentes. Este tipo de rasgo será tanto menos significativo cuanto mayor haya sido la evolución personal del propio individuo.
La fase central del proceso de escritura es decir su integración tendrá lugar en el cerebro, fundamentalmente as nivel de la corteza del mismo donde se unen las sensaciones (visuales, auditivas, táctiles, etc.) y las vivencias actuales y pasadas, para dar como resultado los pensamientos e ideas que, convencionalmente tamizamos, se plasmarán de modo gráfico en el papel.
En resumen, el individuo utilizará los resortes anatómicos y fisiológicos que coordinados por millones de células nerviosas (o neuronas) localizadas en al zona del cerebro conocido como “centro motor de la escritura” harán posibles ese extraordinario acto cotidiano que llamamos “escribir”.
Grafóloga Científica: Beatriz Celina Liberti (Mat. Nº 309)
Contacto: 341-6994304











