Karla Gaona. Corresponsal de Ecuador en Israel
El grupo terrorista libanés opera activamente en América Latina a través de “alianzas con empresarios”y con narcopolíticos de la región. El lavado de dinero, el tráfico de armas y la asociación con la narcoguerrila son una de las actividades que permiten financiar a estos grupos criminales.
Gracias a los gobiernos de izquierda populista en America Latina este grupo terrorista y criminal ha logrado ingresar a la región e implantarse reclutando ciudadanos vulnerables en situación de pobreza y violencia.
Esta red de “contactos” es lo que le permite generar dinero sucio para solventar las actividades terroristas en Medio Oriente.
Hezbollah opera en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Nicaragua y Cuba, países que abrieron las puertas a Irán y mantienes vínculos criminales.
Hezbollah obtiene altas cantidades de dinero operando con los grupos criminales y narcotraficantes de la región: los guerrilleros de las FARC en Colombia, los miembros de los cárteles Los Zetas y Sinaloa en México.
Hezbollah adoctrina en cuanto a crímenes y manejo de armas a los latinoamericanos, mientras estos desarrollan los actos criminales, tráfico de drogas y armas. Hezbollah junto con estos criminales reclutados han formando una asociación de delincuencia estructurada y sistematizada.
Irán financia a este grupo terrorista libanés (Hezbollah) quienes además, construyen túneles entre México y EEUU, para el transporte de drogas y así recaudar cifras multimillonarias que son destinadas al terrorismo.
Resulta preocupante que políticos del régimen de Maduro mantienen nexos directos con Hezbollah, tal es así que autoridades de gobierno de Venezuela proveen de pasaportes y documentos de identidad nacional a los miembros de este grupo terrorista y de esta manera transitan libremente por ese país y la región latinoamericana, y así, tienen libertad de reclutar criminales a su organización, comprar conciencias de políticos a nivel regional y poder mantener garantizadas sus actividades ilícitas que se expanden no solo en Europa, como es conocido a nivel público hace varias décadas, sino ahora en América, territorio estratégico para mantener bases criminales, donde puedan desarrollar sus actividades terroristas sin mayor vigilancia y control y en máxima expansión.